noviembre 09, 2006

Un minuto sin tiempo

Caminaba por las calles de la ciudad como de costumbre, mi jornada laboral había concluido, pero mis pies se negaban a dirigirme hacia mi hogar. La calle estab repleta de gente en su mayoría aliviada por haber alcanzado el fin de un día. Mi mente, perdida en el infinito como es habitual, no alcanzó a captar lo sucedido. De pronto me encontré en el mismo lugar, rodeado de la misma gente y con el familiar sentimiento de desazón. Sin embargo, no todo era igual. A mi lado veia rostros, brazos, piernas, cuerpos completos en un estado de inmovilidad absoluta. Luego noté que no sólo la gente, sino también los pájaros, el viento, mi corazón incluso se habían detenido por completo. No entendía lo que pasaba. Comencé a caminar por esa singular exposición de escultura, cuidando de no tropezar con nada ni nadie (no quería causar la ira del artista tras aquella obra). De pronto, de entre las estatuas, un rostro familiar me saluda. Me acerco para confirmar mis sospechas y ahí está, una pieza más de la galería intemporal. Su mirada fija en algún lugar lejano, sus brazos extendidos invitando a un abrazo. No logro discernir a quien iba dirigido, nadie más que yo parece mirarlo. Lo contemplo ensimismado. Me doy cuenta que desconozco su nombre. Sólo sé que cada día al final de la jornada nuestros caminos se cruzan y que, por apenas un instante, nuestras ojos se encuentran cada día. No puedo evitar pensar... y si... tal vez... Dejo que mi corazón inerte sea el que guíe. Me acerco hasta casi rozar su nariz. "¿Te gustaría compartir un momento mágico?" pregunto antes de posar
mis labios sobre los suyos. El contacto es breve, el temor me obliga a apartarme. Nada sucede. Desilusionado giro sobre mis pies y no puedo evitar que una lágrima ruede por mi mejilla. Repentinamente, vuelvo a sentir el latido de mi corazón. Una mano recorre el camino trazado por aquella lágrima con una caricia. "Me encantaría" escucho en mi oido. De inmediato reconocí aquella voz desconocida. Mis ojos se humedecen al volverme y ver su rostro inundado también por las lágrimas. Intento decir algo, hacer algo, pensar algo, pero mi cerebro es una víctima de la detención del tiempo. Con sus brazos me envuelve y soy transportado a lugares jamás vistos, nunca imaginados. Su beso me purifica, en cada lágrima se disuelve un pecado. Me siento libre por vez primera. Aun sin poder articular palabra siento que regreso a la Tierra, a la misma calle por donde caminaba hace... ¿cuanto tiempo ha pasado? Nada. Todo. Qué más da.
Sus brazos me apartan, sus ojos encuentran los mios aun nublados. "Muchas gracias" escucho. Mi limitado estado me permite esbozar una sonrisa por toda respuesta. Lo siguiente que sé es que alguien me empuja, el mundo ha recobrado su caótico estado. Instintivamente miro a mi alrededor, buscando algo que mi mente no logra definir. De pronto siento una mirada sobre mi. Un rostro familiar me observa con curiosidad y, por alguna razón, todo lo que logro es esbozar una sonrisa...

1 mentes en frecuencia:

SetLorD dijo...

Wow! me gustó mucho, creo haberlo entendido perfecto...