marzo 01, 2010

27-02-2010

Apenas me había acostado cuando comenzó el terremoto. Fueron los dos minutos y medio más largos de mi vida. Definitivamente el momento más aterrador de mi vida. De haberse seguido los planes originales, habría estado solo en el departamento. Afortunadamente, Julio y Moncho no salieron ese día. De no ser por ellos no habría sabido que hacer. Después vino la angustia de no saber sobre mi gente. Con las líneas de teléfono colapsadas la noche se hizo eterna. Todos los vecinos que estábamos en la entrada del edificio mirábamos ansiosos al cielo en busca de alguna señal de luz de sol.


Gracias a dios, ni a mi ni a los míos les pasó nada grave. La única fuente de preocupación es mi prima, Cecilia Andrea Flores Alarcón, que iba viajando a Concepción a encontrarse con su hija Pamela, de 6 años. No tenemos noticias de ellas, excepto que el bus donde iba Cecilia no llegó a destino debido al colapso de los caminos. Si alguien tiene noticias por favor, háganlas llegar.

Ahora queda la nada facil tarea de volver a la normalidad, porque ante una situación donde no existirá una señal de que ya todo pasó como es un terremoto, la única forma de recuperar la normalidad es que cada uno de nosotros, dentro de las posibilidades retome su vida normal.

Estoy muy disperso, me cuesta centrar las ideas. Me despido con abrazos y saludos de calma para todos, esperando que no haya desgracias que lamentar. Fuerza para todos.