junio 17, 2009

Desclasificado

Durante años he vivido dos veces.

Una en el mundo que comparto con otros, en el que soy sólo un ser humano más... el mundo "real" como le llaman. La otra, en un mundo propio, creado por mi mente hiperactiva para experimentar las cosas que me están vetadas en el primer mundo.

En ese segundo mundo puedo ser frío y calculador, en ese mundo no me importa la opinión de los demás, en ese mundo soy completamente libre de hacer lo que quiera... o al menos esa fue la idea original.

A no mucho andar, mis aventuras en aquel otro mundo se tiñeron del mismo tinte melancólico que acompaña mis vivencias reales, del mismo deseo no cumplido de trascender, de ser alguien importante.

Producto de eso nació un tercer mundo. Un sub-mundo en el cual el mismo personaje del segundo pudo cumplir con el otro aspecto no cumplido del primero: ser verdaderamente feliz. Esta tercera versión de mí mismo experimentó el amor sublime, el éxito rotundo, la alegría desbordante... cosas de las cuales el primero sólo tenía un vago recuerdo y que no cabían en la realidad del segundo.

Por años he vivido así, sobrellevando la frustración y la melancolía escapando de un mundo a otro, evadiendo la realidad de forma constante... viviendo tres vidas de forma simultánea.

Si vivir en el mundo real es agotador... vivir en tres mundos a la vez es destructivo. Sin embargo me negué a cerrar las puertas a esos otros mundos mientras no encontrara en éste lo que ellos me proporcionaban... y al fin puedo hacerlo.

Porque encontré en una persona la constante que necesitaba; alguien que es capaz de conjugar en mí las capacidades del primero, el ímpetu del segundo y el optimismo del tercero. Alguien que revivió las emociones olvidadas de la alegría intensa, el sentido de pertenencia (en el sentido de estar en el lugar indicado) y la capacidad de asombro.

Gracias a este increíble hallazgo ya puedo empezar a cerrar la puerta hacia el tercer mundo sin temor porque sé que puedo ser feliz en el primero. Y con respecto al segundo... el nivel de malas emociones disminuye enormemente cuando se es feliz, así que creo que no ocuparé esa puerta muy amenudo.

Ignoro por cuanto tiempo nuestros caminos viajen juntos, pero aunque esto se acabara ahora mismo, agradezco a las Fuerzas Superiores por permitirme encontrarte y a tí por permitirme viajar a tu lado.